jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo 9


Miro la hora. Son las once de la noche. He quedado con Kuro a las doce. Sigo pensando que no he hecho del todo bien, pero ya no hay vuelta atrás. Me voy a mi habitación y escojo la ropa que me pondré. He elegido una minifalda vaquera y una camiseta blanca. Me he calzado unos zapatos con tacón de cuña, no muy altos, para poder correr si fuera necesario, y me he trenzado el pelo. El arco... Lo llevaré en el bolso. Haré algo de magia para encogerlo. Supongo que por este pequeño truco no me echarán de Lightside. ¿Qué más tengo que llevar?

            Salgo de mi casa a las doce en punto. Hemos quedado cerca de aquí. No creo que le moleste que llegue dos minutos tarde. Giro a la siguiente calle y veo a Kuro a lo lejos. Está apoyado en un árbol y mira hacia donde estoy yo. Levanta la mano y me saluda efusivamente. Tiene algo en la otra mano. Creo que es una botella. Llego junto a él y me sonríe. Va vestido con unos pantalones vaqueros, una camiseta negra y una chaqueta del mismo color.
            -Me alegro de que al fin hayas llegado, Shiro. Creía que al final te arrepentirías y no aparecerías.
            Parece que lo está diciendo en serio.
            -No, no. Si ya he quedado contigo, no falto.
            Kuro me mira fijamente sonriendo.
            -Bueno, ¿vamos?
            -¿A dónde?
            -Primero te enseñaré algo que debes evitar a toda costa si no quieres que gane yo.
            -¿Qué?
            Kuro levanta la mano de la botella.
            -Se llama alcohol, y si te pasas bebiendo esto, ten por seguro que no controlarás tus actos y serás más manejable o más agresiva o... Bueno, diferente. Todo depende que en qué medida te afecte.
            Miro la botella. Es de color verde y en la pegatina pone J&B. No sé qué significa, pero le haré caso a Kuro. No beberé de eso... Alcohol.
            -¿A qué te refieres con no controlar mis actos?
            Kuro se ríe.
            -Confía en mí por estos minutos, ¿de acuerdo?
            Antes de poder dar una respuesta, Kuro se abalanza sobre mí y me agarra los brazos fuertemente.
            -¿Pero qué narices haces?
            Me retuerzo intentando escapar pero no puedo. Kuro es muy fuerte.
            -¿Ves? Si estuvieras borracha por el alcohol, te resistirías pero no tendrías fuerzas. Bueno... Tendrías menos aún –dice Kuro entre risas.
            -Muy gracioso. ¿Me sueltas?
            Kuro me suelta los brazos, me gira y me acerca a él. Estamos demasiado cerca diría yo. Me tiene aguantada por la espalda mientras yo intento, sin resultado, despegarme de él empujándolo con mis brazos.
            -¿Te quieres ir? ¿Tan pronto?
            Me pone la mano en el cuello.
            -Te había dicho que me soltaras... –Digo tartamudeando un poco.
            -Sí. Lo sé.
            Me fijo que su rostro está un poco enrojecido.
            -Kuro, ¿qué te ocurre?
            Kuro se ríe.
            -Puede que haya bebido un poco.
            -¿Qué dices? ¿No me acabas de decir que no hay que beber? Puedo ganarte.
            -No lo creo. Hasta borracho tengo más fuerza que tú. Además...
            Kuro me besa. Al principio no puedo reaccionar, pero después me separo bruscamente de él.
            -...yo te gusto. Y más ahora, ¿verdad?
            Noto que tengo las mejillas encendidas. ¿Pero qué se ha creído? No digo nada y me voy de su lado muy deprisa. Con la confusión, me equivoco de calle y llego a un sitio donde no había estado nunca. Hay un grupo de chicos sentados bebiendo. Supongo que es ese alcohol. No quiero acercarme, pero tengo que preguntar dónde estoy para volver a mi casa. No quiero volver a ver a Kuro nunca más. Cuando ya sea lo suficientemente fuerte lo mataré directamente. Me llevo la mano a los labios. Los tengo hinchados por el beso intenso que nos hemos dado. Corrijo, que me ha dado él. Bueno, da igual. Me acerco al grupo de chicos. Si están borrachos puedo quitármelos de encima fácilmente, ya que pierden fuerza, según me ha dicho Kuro.
            -Esto... –Los chicos me miran-. Hola. Me he perdido y me gustaría saber dónde estoy para poder volver a mi casa. ¿Podéis ayudarme?
            Uno de los chicos se levanta y se acerca a mí.
            -Claro. Yo me llamo Sam y ellos dos son Max y David. Y tú eres...
            -Shiro. Hace poco me he mudado aquí y no me guío muy bien.
            -Ah, sí. Creo que ya sabemos dónde vives. Podemos guiarte si te apetece.
            -Sí, por favor. Gracias.
            Max y David se levantan también, cogen sus cosas y entre los tres me sacan de esa calle que no sé cuál es. Qué chicos tan majos. Menos mal que he tenido suerte y he elegido a este grupo. Yo sigo a los chicos y nos metemos en una calle un poco más oscura que las demás. Me da un poco de miedo, pero tengo a Sam, Max y David junto a mí. No me pasará nada. Los chicos se paran de repente.
            -¿Qué pasa?
            -Chicos –empieza Max-, creo que nos hemos equivocado de camino.
            -Sí, eso parece –continúa David.
            -Bueno, démonos la vuelta a ver si a partir de ahí sabéis salir de aquí. No me gusta esta calle –digo yo.
            Sam se da la vuelta y me coge el brazo. Yo intento soltarme un poco ya que me ha cogido muy fuerte. Max me coge del otro brazo igual de fuerte. Hago lo mismo pero no consigo soltarme. Sam utiliza su otra mano libre para taparme la boca y entre los dos me tiran al suelo. Intento soltarme, pero no puedo. David se arrodilla delante de mí y me levanta la camiseta. Yo intento gritar, pero por culpa de Sam no puedo. Mientras David intenta quitarme la camiseta, Max me desabrocha la falda. Yo empiezo a dar patadas al aire intentando que me suelten, pero es inútil. Me dejan en ropa interior tirada en el suelo sin poder moverme ni gritar ni nada. Intento alcanzar mi bolso para coger el arco. No llego. Max se acerca hacia mí y me besa. Me resisto más que con Kuro, pero vuelve a ser inútil. Empiezo a llorar. No puedo gritar, no puedo moverme. Debería haberme quedado con Kuro. De pronto, una luz azul aparece y me quita a los tres chicos de encima. Al fin puedo incorporarme y la luz azul se acerca a mí.
            -¿Estás bien, Shiro?
            Me fijo en él y me doy cuenta de que es Kuro. Kuro ha venido a salvarme envuelto en llamas azules. Se quita su chaqueta negra y me la pone por encima para que me cubra.
            -¿Por qué has venido?
            -No podía dejar que te hicieran daño. Siento no haber podido venir antes. Perdóname. Intenta vestirte si puedes.
            Kuro me da un beso en la frente y, para mi sorpresa, el fuego no me quema. Se aleja de mí rápidamente y empieza a atacar a los chicos. Yo, temblando, voy vistiéndome mientras miro asombrada cómo Kuro me salva. Se supone que soy una salvadora y no puedo salvarme ni a mí misma. Kuro deja a los chicos tumbados en el suelo, al parecer inconscientes, y se acerca a mí.
            -No te preocupes –Kuro se agacha ante mí-, ya ha pasado todo.

sábado, 30 de marzo de 2013

Capítulo 8


Abro el ordenador y le doy al botón de encendido. Pocos segundos después ya se ha iniciado completamente. Cliqueo en un icono con una “S” dentro de un círculo extraño de color azul. Pone Skype. Se abre el programa y en seguida me sale una notificación. Kuro me ha hablado.
            Kuro dice: ¡Hola, Shiro!
            No sé qué hacer. ¿Respondo?
            Kuro dice: Venga, Shiro. Responde. Quiero hablar contigo.
            No lo pienso más. Empiezo a teclear.
            Shiro dice: ¿De qué quieres hablar?
            Kuro dice: Solo quería hablar un rato. Me siento solo en esta casa tan grande. ¿Y tú?
            ¿Kuro está hablando tan normal conmigo?
            Shiro dice: Un poco, sí.
            Kuro dice: Podríamos dar un paseo por la mañana algún día.
            ¿Quedar con él? ¿Qué? Esto es todo un poco extraño.
            Shiro dice: No lo creo. ¿No se supone que somos enemigos?
            Kuro dice: Sí. Pero no te tomo como a tal. No quiero matarte. Quiero hablar. ¿No crees que es mejor?
            No puede ser... Kuro no quiere matarme. Pero, ¿para qué quiere dar un paseo conmigo? Bueno, puedo aceptar e ir preparada por si fuera un ataque por sorpresa. Sí. Seguro que espera que vaya sin armas.
            Shiro dice: De acuerdo. Espero que esto no sea un truco sucio propio de un demonio como tú.
            Kuro dice: No lo será. Me gustaría enseñarte la Tierra. Parece que no tienes mucha experiencia.
            Shiro dice: No. Pero, ¿no se supone que tú tampoco deberías tenerla?
            Kuro dice: Me acostumbro rápido. Entonces, ¿aceptas?
            Me permito unos minutos para pensarlo. Supongo que no pasará nada si voy preparada para cualquier imprevisto.
            Shiro dice: Sí, acepto.

martes, 22 de enero de 2013

Capítulo 7


Son las once de la mañana cuando abro los ojos. Al final conseguí dormirme. Aunque no haya dormido mucho, he descansado algo. Me levanto de un salto, desayuno corriendo y me preparo para el entrenamiento con Daniel. Salgo corriendo de mi casa y llego en menos de dos minutos a la tienda de Daniel. Me recibe con una grata sonrisa.
            -Buenos días, Shiro.
            -Hola, Daniel –digo resoplando.
            -¿Qué pasa? –Me pregunta curioso.
            -Que me he despertado tarde y no he tenido mucho tiempo para nada.
            Sonrío y empieza a reírse.
            -No te preocupes, Shiro –me agarra porque deduce que estoy a punto de caerme-. Te estaba esperando y no iba a empezar el entrenamiento sin ti.
            Después de dos o tres minutos me recompongo y entramos al gimnasio. Nos ponemos frente a frente y espera a que me coja la coleta para empezar a pelear. Me sonríe.
            -Venga, empecemos.
            Corro hacia él y me deslizo por el suelo para asestarle una patada baja. Daniel salta y aterriza detrás de mí. Doy una voltereta lateral y me reincorporo para seguir. Daniel se acerca a mí corriendo y le esquivo con otra voltereta para después darle una patada en el tobillo y que caiga al suelo. Se levanta con rapidez y vuelve a correr hacia mí.
            Después de una hora de entrenamiento salimos y ahí está Hannah, con los brazos en jarras mirándome fijamente. Sé que me odia. Pero yo no tengo la culpa de estar intentando por todos los medios salvar la Tierra. Y tú estás en ella, Hannah. Así que deberías tenerme un poco más de respeto. Hannah se vuelve a mirar a Daniel y se acerca a él. No le abraza ni le besa.
            -Daniel, por favor, dúchate antes de que vomite aquí mismo. ¡Hueles muchísimo a sudor! –Grita Hannah con la mano en la nariz.
            Daniel y yo suspiramos a la vez y nos reímos.
            -Gracias, Daniel. Volveré mañana a la misma hora.
            -Eso espero, Shiro.
            Nos damos dos besos en las mejillas y salgo de la tienda. Voy andando a mi casa mientras pienso cómo voy avanzando en mi agilidad y defensa. Noto la mirada furtiva que me lanza Hannah. Lo quiera o no, soy la alumna de Daniel, así que tengo que verle. En fin. Llego a mi casa y me meto en la ducha dejando la ropa y mis cosas por el suelo. Bajo el grifo, para no perder costumbre, me pongo a pensar en Kuro. Me sonrojo muchísimo. Aún no he podido olvidar ni siquiera levemente que le vi... Desnudo... No me he atrevido a buscarle desde entonces. Supongo que algún día deberé salir a por él. No puedo dejar de cumplir mi misión por el simple hecho de que le vi... ¡Argh! ¡Ya basta! Tengo que dejar de pensar en ello.
            Salgo de la ducha después de treinta minutos dentro y me enrollo la toalla por el cuerpo. Iré a ponerme el pijama. Entro en el salón y veo encima de la mesa una caja rectangular de color negro con un papel encima. Me acerco a la caja en cuestión y leo lo que pone la nota:
Shiro, esto es un ordenador.
Te lo regalo. Yo ya tengo uno.
Es bastante útil. Podremos
comunicarnos cuando quieras.
Te espero a que quieras usarlo
y me avises.
Kuro
            Maldita sea. Kuro sabe dónde vivo. Y me ha hecho un regalo. ¿Qué le pasa a este demonio? Se supone que debe matarme. Se supone que soy un obstáculo para que cumpla su misión. ¿O no? Aunque... Un momento. Puede ser una trampa... Me alejo de la caja lentamente y voy a por la escoba. Sé que no servirá de mucho, pero algo es algo... Le doy varios toquecitos a la caja a ver qué pasa. A cada toque, me alejo un poco.
            Cinco minutos después decido que por mucho que la golpee, no pasará nada. Al fin me decido acercarme a la caja y abrirla lentamente. Tampoco pasa nada. La abro completamente y veo ese objeto rectangular de color blanco. Tiene otra nota:
Veo que te has fiado de mí.
Mi ordenador es de color negro.
Se asemeja a nuestros nombres.
Espero que te guste usarlo.
Si tienes dudas ven a mi casa de
nuevo y pregúntame.
            En serio, ¿qué narices está pasando aquí? ¿Quiere que vuelva a su casa? ¿Para qué? ¿Qué pretendes, Kuro?