Miro la hora. Son
las once de la noche. He quedado con Kuro a las doce. Sigo pensando que no he
hecho del todo bien, pero ya no hay vuelta atrás. Me voy a mi habitación y
escojo la ropa que me pondré. He elegido una minifalda vaquera y una camiseta
blanca. Me he calzado unos zapatos con tacón de cuña, no muy altos, para poder
correr si fuera necesario, y me he trenzado el pelo. El arco... Lo llevaré en
el bolso. Haré algo de magia para encogerlo. Supongo que por este pequeño truco
no me echarán de Lightside. ¿Qué más tengo que llevar?
Salgo de mi casa a las doce en
punto. Hemos quedado cerca de aquí. No creo que le moleste que llegue dos
minutos tarde. Giro a la siguiente calle y veo a Kuro a lo lejos. Está apoyado
en un árbol y mira hacia donde estoy yo. Levanta la mano y me saluda
efusivamente. Tiene algo en la otra mano. Creo que es una botella. Llego junto
a él y me sonríe. Va vestido con unos pantalones vaqueros, una camiseta negra y
una chaqueta del mismo color.
-Me alegro de que al fin hayas
llegado, Shiro. Creía que al final te arrepentirías y no aparecerías.
Parece que lo está diciendo en
serio.
-No, no. Si ya he quedado contigo,
no falto.
Kuro me mira fijamente sonriendo.
-Bueno, ¿vamos?
-¿A dónde?
-Primero te enseñaré algo que debes
evitar a toda costa si no quieres que gane yo.
-¿Qué?
Kuro levanta la mano de la botella.
-Se llama alcohol, y si te pasas
bebiendo esto, ten por seguro que no controlarás tus actos y serás más
manejable o más agresiva o... Bueno, diferente. Todo depende que en qué medida
te afecte.
Miro la botella. Es de color verde y
en la pegatina pone J&B. No sé
qué significa, pero le haré caso a Kuro. No beberé de eso... Alcohol.
-¿A qué te refieres con no controlar
mis actos?
Kuro se ríe.
-Confía en mí por estos minutos, ¿de
acuerdo?
Antes de poder dar una respuesta,
Kuro se abalanza sobre mí y me agarra los brazos fuertemente.
-¿Pero qué narices haces?
Me retuerzo intentando escapar pero
no puedo. Kuro es muy fuerte.
-¿Ves? Si estuvieras borracha por el
alcohol, te resistirías pero no tendrías fuerzas. Bueno... Tendrías menos aún
–dice Kuro entre risas.
-Muy gracioso. ¿Me sueltas?
Kuro me suelta los brazos, me gira y
me acerca a él. Estamos demasiado cerca diría yo. Me tiene aguantada por la espalda
mientras yo intento, sin resultado, despegarme de él empujándolo con mis
brazos.
-¿Te quieres ir? ¿Tan pronto?
Me pone la mano en el cuello.
-Te había dicho que me soltaras...
–Digo tartamudeando un poco.
-Sí. Lo sé.
Me fijo que su rostro está un poco
enrojecido.
-Kuro, ¿qué te ocurre?
Kuro se ríe.
-Puede que haya bebido un poco.
-¿Qué dices? ¿No me acabas de decir
que no hay que beber? Puedo ganarte.
-No lo creo. Hasta borracho tengo
más fuerza que tú. Además...
Kuro me besa. Al principio no puedo
reaccionar, pero después me separo bruscamente de él.
-...yo te gusto. Y más ahora,
¿verdad?
Noto que tengo las mejillas
encendidas. ¿Pero qué se ha creído? No digo nada y me voy de su lado muy
deprisa. Con la confusión, me equivoco de calle y llego a un sitio donde no
había estado nunca. Hay un grupo de chicos sentados bebiendo. Supongo que es
ese alcohol. No quiero acercarme, pero tengo que preguntar dónde estoy para
volver a mi casa. No quiero volver a ver a Kuro nunca más. Cuando ya sea lo suficientemente
fuerte lo mataré directamente. Me llevo la mano a los labios. Los tengo
hinchados por el beso intenso que nos hemos dado. Corrijo, que me ha dado él.
Bueno, da igual. Me acerco al grupo de chicos. Si están borrachos puedo
quitármelos de encima fácilmente, ya que pierden fuerza, según me ha dicho
Kuro.
-Esto... –Los chicos me miran-.
Hola. Me he perdido y me gustaría saber dónde estoy para poder volver a mi
casa. ¿Podéis ayudarme?
Uno de los chicos se levanta y se
acerca a mí.
-Claro. Yo me llamo Sam y ellos dos
son Max y David. Y tú eres...
-Shiro. Hace poco me he mudado aquí
y no me guío muy bien.
-Ah, sí. Creo que ya sabemos dónde
vives. Podemos guiarte si te apetece.
-Sí, por favor. Gracias.
Max y David se levantan también,
cogen sus cosas y entre los tres me sacan de esa calle que no sé cuál es. Qué
chicos tan majos. Menos mal que he tenido suerte y he elegido a este grupo. Yo
sigo a los chicos y nos metemos en una calle un poco más oscura que las demás.
Me da un poco de miedo, pero tengo a Sam, Max y David junto a mí. No me pasará
nada. Los chicos se paran de repente.
-¿Qué pasa?
-Chicos –empieza Max-, creo que nos
hemos equivocado de camino.
-Sí, eso parece –continúa David.
-Bueno, démonos la vuelta a ver si a
partir de ahí sabéis salir de aquí. No me gusta esta calle –digo yo.
Sam se da la vuelta y me coge el
brazo. Yo intento soltarme un poco ya que me ha cogido muy fuerte. Max me coge
del otro brazo igual de fuerte. Hago lo mismo pero no consigo soltarme. Sam
utiliza su otra mano libre para taparme la boca y entre los dos me tiran al
suelo. Intento soltarme, pero no puedo. David se arrodilla delante de mí y me
levanta la camiseta. Yo intento gritar, pero por culpa de Sam no puedo.
Mientras David intenta quitarme la camiseta, Max me desabrocha la falda. Yo
empiezo a dar patadas al aire intentando que me suelten, pero es inútil. Me
dejan en ropa interior tirada en el suelo sin poder moverme ni gritar ni nada.
Intento alcanzar mi bolso para coger el arco. No llego. Max se acerca hacia mí
y me besa. Me resisto más que con Kuro, pero vuelve a ser inútil. Empiezo a
llorar. No puedo gritar, no puedo moverme. Debería haberme quedado con Kuro. De
pronto, una luz azul aparece y me quita a los tres chicos de encima. Al fin
puedo incorporarme y la luz azul se acerca a mí.
-¿Estás bien, Shiro?
Me fijo en él y me doy cuenta de que
es Kuro. Kuro ha venido a salvarme envuelto en llamas azules. Se quita su
chaqueta negra y me la pone por encima para que me cubra.
-¿Por qué has venido?
-No podía dejar que te hicieran
daño. Siento no haber podido venir antes. Perdóname. Intenta vestirte si
puedes.
Kuro me da un beso en la frente y,
para mi sorpresa, el fuego no me quema. Se aleja de mí rápidamente y empieza a
atacar a los chicos. Yo, temblando, voy vistiéndome mientras miro asombrada
cómo Kuro me salva. Se supone que soy una salvadora y no puedo salvarme ni a mí
misma. Kuro deja a los chicos tumbados en el suelo, al parecer inconscientes, y
se acerca a mí.
-No te preocupes –Kuro se agacha ante
mí-, ya ha pasado todo.