martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulo 6


Tiro mis cosas al suelo. No puedo con mi vida. Voy al baño y abro el grifo del agua caliente. Mientras me voy quitando la camiseta sudada, voy pensando en si habré mejorado o no mi estilo gracias a esta clase. Espero que se caliente el agua, termino de quitarme la ropa y me pongo debajo del grifo. El agua resbala por mi cuerpo cansado y me voy relajando. Cierro los ojos y pienso en ambos encuentros que he tenido con Kuro. En los dos ha tenido fallos de principiantes. Se descuida, se distrae y se cae al suelo. Es un desastre como contrincante. ¿Realmente le han enviado a él a luchar contra mí? Yo tampoco es que sea muy buena en cuestiones de lucha, pero no tengo esos errores que él comete. Cojo el champú y me enjabono el pelo. Huele a lavanda. Me pierdo en su olor. Sigo pensando en Kuro, pero esta vez en nuestro futuro encuentro, el de esta noche. Sé que cometerá otro fallo, y será mi oportunidad de acabar con él. Aunque no creo que sea tan fácil. Además, puede que esté intentando que me confíe para atacar con todo lo que tiene. Puede ser eso... Me aclaro el pelo y me relajo de nuevo. Cojo el gel y la esponja. Me voy dando un pequeño masaje mientras me enjabono y observo algunos golpes que tengo por el cuerpo. Todo es de los encuentros con Kuro y de mi entrenamiento de hoy.
Salgo de la ducha y cojo mi toalla. No estoy segura de querer ducharme mañana en el gimnasio. Estoy casi completamente segura de que si Hannah se entera me mataría. Prefiero hacer lo de hoy. Vengo aquí y me relajo en mi casa. Me enrollo la toalla a mi alrededor y voy hacia mi habitación. Cojo mi ropa interior y elijo lo que me voy a poner ahora. Creo que me pondré algo cómodo, porque así puedo salir sin problemas. Y si me encuentro con Kuro puedo luchar contra él. Me quito la toalla y me visto. Me pongo las zapatillas de andar por casa y me voy a prepararme la comida. Me haré algo ligero para no cargarme mucho el estómago. Así, después de comer puedo practicar un poco la puntería.
            El resto del día se me pasa volando. Hago lo de siempre: practico la puntería, lucho contra el muñequito y después hablo con mi padre. Después de cenar mi sándwich de jamón y queso (¡qué cosas tan ricas hay aquí abajo!) voy a patrullar. ¿Qué error cometerá hoy? Supongo que acabará de nuevo por el suelo... Pero debo estar alerta. Paseo por la calle oscura y humedecida por la noche. También hace un poco de frío, todo hay que decirlo. Pero no me inmuto. No debo flaquear por nada. Tropiezo con algo y casi me caigo al suelo, pero puedo mantener el equilibrio casi a tiempo. Miro al suelo y veo que es una especie de cartera. Me acerco y la cojo. Es negra y tiene llamas dibujadas. Seguramente será de un chico. La abro para ver si viene la dirección o algún dato para poder devolvérsela a su dueño y casi grito de la emoción. ¡Es la cartera de Kuro! Pone su dirección y una foto con su nombre. Qué error. Perder la cartera junto a mi casa. Sonrío y me cuelgo la cartera al hombro. Voy corriendo a buscar la dirección que pone en la cartera. Le atacaré por sorpresa.
            Después de unos minutos revoloteando por la ciudad buscando la maldita casa, al fin llego. No tiene pinta de ser la casa de un demonio a simple vista. Bueno, ¿qué más da? Entraré con mi arco preparado para dispararle. Kuro, hoy acabaré contigo.

            Saco mis alas y vuelo hasta la ventana del primer piso. Es una casa enorme para una sola persona. Kuro, hoy acabaré contigo. Abro la ventana sigilosamente y me deslizo hacia la cama. Al parecer, esta es su habitación. Miro a un lado y a otro, pero no veo ni rastro de Kuro. Abro su armario para inspeccionar. Hay mucha ropa. Casi toda es negra. Típico de demonios, supongo. Sigo sin ver a Kuro. Salgo de la habitación con sigilo y empiezo a mirar por las habitaciones del primer piso. Hay otro dormitorio, un baño y una puerta que, por más que lo intento, no puedo abrir. Desisto. Bajo por las escaleras muy silenciosamente.
            No escucho nada. Puede que haya salido. Pero la luz está encendida. Bueno, seguiré mirando. Entro a la cocina. Estaba haciéndose la cena, por lo que veo. Me acerco. Huele muy bien. ¿Qué será? Tengo aún tanto por descubrir... Salgo de la cocina y sigo mirando por el piso. Es bastante grande. Así no lo encontraré. Sigo dando vueltas por la casa.
            Tras diez minutos inspeccionando, oigo una puerta y me dirijo al salón. Allí estará Kuro. Ya lo tengo. Cojo una flecha y la pongo en mi arco. Cuando entro en el salón veo a Kuro. Sí, lo tengo. Pero no como esperaba. Está con un cepillo de dientes en la boca, con el pelo mojado y cubierto únicamente por una toalla. ¡Oh, Dios! No esperaba que fuese así. La verdad, parece un ángel. Pero un ángel oscuro. Tiene el torso perfectamente musculado y he de admitir que es bastante atractivo. Kuro me mira y... ¡Oh, no! Se le acaba de caer la toalla. Me pongo como un maldito tomate maduro y salgo volando de la casa gritando.
            -¡Argh! ¡Lo siento mucho! –Grito mientras salgo por la ventana por donde entré.
            -¡Eh, tú! ¡Espera! –Es lo único que oí antes de salir.

            Llego a mi casa en un abrir y cerrar de ojos, aún bastante roja. Pero, ¿qué le hago? Sólo a mí se me ocurre entrar sin avisar en la casa. Es que soy boba. Se me viene a la mente la imagen que vi y mi cara vuelve a ser un tomate. Oh, vamos. No voy a poder dormir por mi estupidez. Si es que soy de lo que no hay...
            Son las cinco de la mañana y aún no he pegado ojo. Únicamente pienso en lo que he visto. Pero, ¡Dios! Si era sólo un... Bueno, un chico. Desnudo, sí, pero un chico. Aunque es la primera vez que veo uno así, puf, de repente, sin avisar. Además, no semidesnudo, no. Desnudo en el sentido total de la palabra. Madre mía... Si padre se entera no sé lo que me haría. Y ahora pienso yo, ¿un demonio no era horrendo? ¿Feo al menos? Asqueroso, con muchas cosas raras que no se ven habitualmente. Pero Kuro es distinto. ¿Por qué es así de hermoso? Y con ese cuerpo tan... Tan... No sé. No parece un demonio. Punto.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Capítulo 5


Me despierto a las diez y media. Es temprano aún. Voy a desayunar y me visto. Me pongo cómoda para el entrenamiento. Voy al baño y me cojo una cola alta. Así no me molestará el pelo en la cara. Limpio la cocina y lanzo algunos tiros a la diana. Mi puntería va mejorando. Lucho de nuevo contra el muñeco y aprovecho el tiempo que me queda para practicar golpes. Conseguiré ganar a Kuro. Lo mataré. Salvaré el mundo. Kuro es una amenaza. Aunque no paro de pensar por qué no me atacó ayer. Es idiota. ¿No sabe que puedo atacarle yo? ¿No sabe que puede perder si yo le atacara? Mejor. Que siga cometiendo esos errores de principiante. Me hace las cosas más fáciles. Miro la hora: las doce menos cuarto. ¿Ya? Cómo pasa el tiempo. Cojo mis cosas y me voy al gimnasio. Voy corriendo a la tienda de deportes y Daniel está allí, preparado para ayudarme a entrenar.
            -Hola, Shiro. ¿Preparada? –me dice cuando me ve entrar.
            -Claro. Toma los cinco euros de hoy –extiendo la mano con el dinero.
            -Gracias, Shiro –coge el dinero, mete la clave de acceso en la caja registradora y la abre para, posteriormente, meter el dinero en ella. Cierra la caja-. ¿Vienes? –me señala la puerta del gimnasio.
            -Sí.
            Le sigo hacia dentro y me coloco donde me dijo ayer.
            -Bien, Shiro. Empecemos con el entrenamiento.
            Es una hora intensa de saltos, patadas, puñetazos, velocidad y estrategia, donde no puedo parar un segundo y que me sirve perfectamente para combatir contra Kuro.
            Estoy sudando. Salgo del gimnasio y me apoyo en la pared, exhausta. Sale Daniel detrás de mí. Se ríe.
            -Shiro, ahí tienes duchas. Si quieres puedes ducharte ahí –señala un pasillo.
            -Gracias, pero no me he traído ropa.
            -Si quieres, mañana tráetela y te duchas y cambias aquí.
            -Muchas gracias, Daniel.
            -Faltaría más.
            -Me tengo que ir. Mañana a la misma hora, ¿no? –digo mientras voy cogiendo mis cosas.
            -Por supuesto. Te espero aquí.
            -Adiós.
            Me doy la vuelta y me tropiezo con una chica. Es alta y guapa. Tiene los ojos azules, es rubia y me mira con desprecio.
            -Hola, Hannah –la mira con cariño.
            -Daniel, ¿quién es esta? –me señala. Pero bueno, ¿cómo se atreve a tratarme así? Será estúpida...
            -Es una alumna del gimnasio. Acaba de terminar su lección de hoy.
            -Sí, y ya me iba.
            -Eso espero. Quería pasar mi tiempo contigo, mi vida –dice ella.
Se acerca a él y le planta un buen beso en los labios. Me muestra su dedo corazón y pillo lo que me quiere decir con eso. En fin.
-Bueno, me voy ya. Mañana nos vemos, Daniel. Encantada de conocerte, Hannah.
Salgo de la tienda-gimnasio que, ahora más que nunca, me ha parecido un infierno. No es que estuviera haciendo nada con Daniel, pero me ha molestado el trato de esa chica. Por favor. ¿En serio piensa que voy a hacer algo con él? Es mi profesor y punto. Qué chica tan extraña.

martes, 16 de octubre de 2012

Capítulo 4

Perdón por el retraso, pero es que es imposible aguantar 2º de Bachillerato viva T.T Sin más demora, ahí va el 4º capítulo :)




Son las doce de la noche. Termino de recoger la cena de hoy y limpio la cocina. Lo dejo todo muy limpio. Cojo mi arco y mis flechas, me siento en el suelo y llamo a mi padre.
-¿Shiro? ¿Te encuentras bien?
-Muy bien, padre. Ayer mismo me enfrenté a Kuro.
-Infórmame de los detalles –su voz suena firme y serena.
-Kuro no parece realmente un diablo, padre. Desde siempre me habéis enseñado que los diablos son horrendos. Sin embargo Kuro es hermoso.
-Al ser un joven demonio inexperto no tiene la apariencia demoníaca que le corresponde. Cuéntame más –su tono es de curiosidad.
-Luché contra él, padre.
-¿Es eso cierto? –no se alarma.
-Sí. Es muy fuerte y rápido. Pero no se maneja sobre suelo húmedo. Se resbaló ayer y se cayó mientras me iba a atacar.
Piensa un poco antes de responder. Pero sigo yo.
-Hoy voy a batirme en duelo de nuevo contra él. Ahora voy a salir a buscarle.
-Shiro, ¿estás segura de que es lo correcto? –ahora empieza a alarmarse. Pero no lo muestra. Siempre tan sereno.
-Sí. Antes de que destruya esta ciudad y la Tierra entera prefiero luchar contra Kuro para detenerle a tiempo.
-Muy bien. Acepto tu decisión. Mañana me pondré en contacto contigo de nuevo. Cuídate, hija mía.
-Lo haré, padre.
Cortamos la comunicación. Me incorporo y salgo de la casa. La calle está como ayer y el suelo sigue estando húmedo. La humedad es permanente en esta zona. Paseo por la calle oscura y solitaria a la espera de Kuro. Meto la mano en el bolsillo de mi pantalón blanco y saco una goma del pelo. Me recojo el cabello en una cola alta para que no me moleste al pelear contra él. Sigo caminando con mi arco en mano. Las flechas están listas para ser usadas. Observo el dorado del arco y me fijo en la empuñadura: tanto encima como debajo tiene cruces de color blanco. Se sabe que es sagrado.
Soy consciente de que la batalla no durará un día, ni dos. Ni siquiera una semana. La batalla será prolongada. Al menos durante un mes seguiremos luchando día a día. Miro la hora. Las doce y cuarto de la noche. Y Kuro no aparece. ¿Estará cansado de ayer? No lo creo. Solo está esperando el momento oportuno.
-Kuro –digo en voz baja-, si estás cerca y puedes oírme, te estoy esperando. Atácame, vamos. Espero con impaciencia tu siguiente movimiento.
Oigo pasos acelerados y veo una silueta en lo oscuro de la calle. La reconocería en cualquier parte. Ahí está Kuro. Cojo una flecha plateada y tenso con ella el arco. Apunto hacia la silueta. Adiós, Kuro. Disparo. Espero con impaciencia el resultado. ¿¡Qué!? ¡La flecha le acaba de atravesar! ¡Maldición! ¡Es una ilusión! ¿Puede hacer eso?
-Así que esa es tu arma, ¿eh, Shiro? –oigo la voz de Kuro desde atrás. Está subido a la rama de un árbol.
-Siempre por la retaguardia, Kuro. Típico de un cobarde y ruin demonio –intento provocarle.
Niega con la cabeza.
-Hoy no iba a atacarte –me deja perpleja-. Me gusta conocer a mis víctimas antes de matarlas. Por eso quería comprobar con qué pretendías dañarme.
-Pues yo sí te haré dañ... –de pronto la rama se rompe y Kuro cae con ella. ¿Otra vez? ¿En serio? Me acerco despacio a él-. ¿Kuro? ¿Sigues vivo?
Abre los ojos de par en par. Se aleja de mí y sale corriendo.
-Mañana nos vemos, Shiro. ¿Qué sorpresa te daré?
Se oye su risa demoníaca. ¿Por qué Kuro ha acabado dos veces por los suelos cuando me lo encuentro? Es torpe, patoso... Pero a la vez fuerte y rápido, además de astuto. No debo subestimarle. Es demasiado bueno. Me volverá a sorprender mañana. Quizás su torpeza solo sea un engaño para que me confíe. No debo dejarme engañar. Tengo que dar lo mejor de mí en cada encuentro. Vuelvo a casa. Dejo el arco y las flechas en la mesa, me pongo el pijama y me meto en la cama. Mañana tengo el entrenamiento. No puedo llegar tarde.

lunes, 1 de octubre de 2012

Capítulo 3


Ya es por la mañana. Voy a visitar un poco los alrededores de mi casa. Veré si tengo muchos vecinos por si tengo que alejar más a Kuro, o si hay peligro de que me descubran. Veo que no hay mucha gente. Puede que al ser verano la gente se haya ido de vacaciones. A lo mejor por eso no había nadie anoche por la calle. No hay mucho peligro. Vuelvo a mi casa después de una patrulla por los alrededores y preparo un muñeco de entrenamiento con lo que puedo: sábanas, cojines y un palo de escoba para sujetarlo. Hago una diana y una especie de sala de ejercicios. Esta noche volveré a patrullar para buscar a Kuro. Conseguiré hallar su casa. Salvaré el mundo.
Empiezo la pelea contra el muñeco recién fabricado por mí. También esquivo los ataques que supuestamente me lanza. Debo entrenar también mi rapidez. Cojo mi arco y empiezo a lanzar flechas a la diana. Obviamente, no desperdicio las de plata. He fabricado nuevas para entrenar. No afino mucho mi puntería, pero no creo que pueda servirme de mucho esto.
Dejo el arco dentro de la casa después de una hora de entrenamiento. Me doy una ducha y salgo a dar un paseo. Volveré para comer. Las calles están tranquilas. Únicamente hay abiertos pequeños bares y alguna que otra tienda secundaria. Las tiendas más importantes están de vacaciones. Veo a lo lejos una tienda de deportes. Me acerco a ella. Veo los precios en el escaparate. Todo es muy caro... No puedo comprar nada de esto a no ser que sea muy necesario. Entro a la tienda.
-Buenos días –me saluda el dependiente. Puede tener dos años más que yo. Es joven, alto, de pelo castaño y ojos claros. Es muy guapo.
-Hola. Quería ver si tenía artilugios de defensa personal –le pregunto tímidamente. No sé si me tomará por loca después de esto.
-¡Claro! Es más, si quiere puede entrenarse en nuestro gimnasio. Es justo aquí detrás.
-Me gustaría, pero es muy caro...
-Lo caro realmente son las cosas de deporte. El gimnasio es más barato.
-Bueno... ¿Cuánto saldría? –pregunto. Me está convenciendo.
-Depende de cuántas sesiones quiera –se le iluminan los ojos. Parece que no ha venido nadie aquí en mucho tiempo.
-¿En cuántas sesiones aproximadamente estaría lista para la defensa personal?
-Eso ya es subjetivo. Depende de su capacidad de aprendizaje y de su habilidad para la lucha –su tono de voz se apaga un poco-. ¿Puede pasar un momento para comprobar su capacidad de lucha y ya vemos el número de sesiones? –señala la puerta tras de él.
-Claro. Con mucho gusto.
Paso hacia el gimnasio, que está vacío completamente. Solo están los aparatos pero no hay señal de vida.
-Colóquese aquí y atáqueme con todo lo que tenga.
-Me da apuro hacerle daño...
-Estoy entrenado para ello. Además, si entra en el gimnasio seré su entrenador, por lo que tendrá que pelear contra mí. Adelante, sin miedo –me lo dice muy entusiasmado.
-Como quiera.
Corro hacia él, salto y doy una patada. El chico la bloquea, me coge del tobillo y me lanza al suelo.
-Le dije que soy bueno –me dice alegre.
-Disculpe por subestimarle. Lo haré lo mejor que sé.
Me levanto del suelo y le doy una patada en las piernas que le tiro al suelo. Antes de que pueda levantarse le pongo el pie en el pecho para que no pueda moverse. Se lo quita de encima y vuelve a tirarme al suelo. Rodamos en direcciones contrarias y nos incorporamos de nuevo. Vuelvo al ataque. Pero esta vez no salto. Hago un ataque bajo, derrapando por el suelo con el fin de que se caiga. El chico salta por encima de mí, pero yo freno y le empujo con una suave patada que le tira al suelo.
-Bueno, eres buena –se levanta-. Si quieres en cinco sesiones estás más que lista –me dice. Me siento halagada.
-Gracias. Aunque puede que me pase a perfeccionar mi técnica... Bueno, solo si no tengo que pagar mucho más.
-Nada. Si es para perfeccionar es gratis –me sonríe. Es simpático-. Por cierto, me llamo Daniel. ¿Y usted?
-Por favor, tutéeme. Me llamo Shiro. Encantada.
-Tutéame tú también. No soy tan mayor, ¿sabes?
-Ni yo, pero has empezado tú –reímos.
-Ven. Te diré el precio del gimnasio y empiezas mañana.
Salimos del gimnasio y volvemos a la tienda de deportes. Coge un folio escrito con el precio de todo lo que ofrece en su tienda.
-Veamos: cinco sesiones de lucha, a cinco euros cada una, son veinticinco euros. Las sesiones duran una hora u hora y media, depende de lo que quieras, pero la media hora añadida debes abonar un euro más. Pagarás por cada sesión. ¿Lo tienes todo?
-Sí. Gracias Daniel.
-De nada. Empezamos mañana. ¿A qué hora piensas venir? –me dice amablemente.
Pienso un poco. Necesito tiempo para descansar y desayunar. Reposaría el desayuno un poco, me encargo de ordenar la casa y vendría. Así que...
-¿Sobre las doce está bien?
-Perfecto. A las doce mañana aquí.
-Muchas gracias. Hasta mañana.
Salgo de la tienda. Empiezo mañana, ¿eh? Hoy lo que me queda es afinar puntería con la diana y esta noche tendré cuidado al buscar a Kuro. Sigo dando un paseo por la ciudad. Sí que es solitaria... ¿Dónde vivirá Kuro? ¿Será una casa demoníaca o una casa normal? Lo más probable es que sea normal, ya que si no fuera así lo descubriría en seguida. De todas formas, vigilaré el terreno por si acaso.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Capítulo 2


Me voy a dar una vuelta por la casa y me adueño de mi futuro dormitorio. Es pequeño pero muy acogedor. La casa consta de un único dormitorio, una cocina pequeña, un baño y un salón. Cuando me haya acomodado saldré con mi arco en mano a patrullar por la ciudad. Me pongo cómoda por si me encuentro con Kuro. Me he vestido con un pantalón corto vaquero y una camiseta blanca.
Salgo de mi casa y observo la calle. La noche es húmeda. Todo está muy tranquilo. Respiro hondo y miro al cielo. Así que esto es la Tierra. Nunca había bajado a verla. Parece muy bonita. Observarla desde arriba no es lo mismo que estar aquí presente. Sigo dando mi pequeño paseo. No es muy tarde pero no hay apenas gente por la calle. Es verano, pero no hay nadie. Será un pueblo bastante tranquilo. Puede que Kuro no esté por aquí después de todo, pero no debo bajar la guardia. Oigo pasos. Espero que no sea quien creo que es...
-Mis vibraciones demoníacas me advierten de que hay un ángel cerca... –se oye una voz grave desde atrás.
-¿Quién anda ahí? –grito sin pensarlo dos veces.
-¿Eres Shiro, la salvadora de la Tierra, la que mandaron para matarme? –La voz se ha movido de su sitio. Miro en la dirección de donde proviene la voz.
-Tú debes de ser Kuro. ¡Da la cara! –Exclamo.
Se aproxima desde las sombras una silueta de un chico alto y esbelto. A medida que se acerca a mí puedo distinguir su pelo negro como el carbón y sus ojos oscuros. Su tez morena y sus colmillos afilados como cuchillos. Porta una espada de color rojo sangre. Es un demonio en toda regla salvo por su belleza.
-No pareces un demonio... Eres demasiado hermoso para serlo –digo con tono irónico.
-Lo mismo te digo para ser un ángel –se va acercando a mí-. Creía que erais rubios, altos, ojos claros... Y tú eres castaña, ojos no muy claros y no muy alta. Al menos, no tanto como esperaba –se para frente a mí-. Pero en lo que estoy de acuerdo es la belleza –me sonríe enseñando sus colmillos-. Un placer conocerte, Shiro –lanza una daga. Me roza el brazo. Me acaba de cortar con ella-. No debes bajar la guardia.
Mierda. No me ha dado tiempo de pensarlo. Intento coger mi arco pero se coloca detrás de mí velozmente y me da una patada. Caigo al suelo y ruedo por el asfalto. Me reincorporo como puedo y me lanza otra daga. Esta puedo esquivarla. Se me acerca de nuevo y me da un puñetazo. Caigo al suelo otra vez. Es fuerte, es rápido... es mejor que yo. No puedo levantarme. Me duele el brazo. ¿Es el fin? No puede acabar conmigo aquí. Debo intentar atacarle. Lo veo acercarse a mí. Sigo haciendo toda la fuerza que puedo sin ningún resultado. Apunta hacia mí con la daga. Cierro los ojos.
-Prepárate, Shir... –se oye un golpe y una especie de... ¿derrape? Abro los ojos y lo veo tirado en el suelo.
-¿Te has caído? –le pregunto entre risas.
Se levanta rápidamente como si no hubiera pasado nada, cosa que me da mucha más risa. Ha sido una situación bastante cómica.
-Esto no acaba aquí. Volveremos a vernos.
Huye. Es patoso, pero muy fuerte. Y rápido. Debo entrenarme con el arco y hacerme más fuerte. Vuelvo a mi casa. Me curo el brazo, aunque gracias a mi habilidad de regeneración estoy casi curada. Después de una ducha con agua muy caliente, me echo en la cama a dormir. Mañana debo entrenar mucho para vencer a Kuro. Sigo pensando que es demasiado bello para ser un demonio. Pensando, pensando, me dormí. No duermo mucho, pero puedo descansar.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Capítulo 1


Hace dieciocho años nació en el reino de Darknite un chico demoníaco llamado Kuro, destinado a destruir la Tierra una vez cumplidos los dieciocho años, que sería cuando saldrían a la luz sus poderes. Lo que el rey de Darknite no se imaginaba es que cinco meses más tarde, en Lightside, la reina, mi madre, me tuvo a mí, Shiro, la chica destinada a proteger la Tierra del demonio. El único problema es que mis poderes se darían a relucir cuando tuviera dieciocho años también. La parte buena es que el rey de Darknite se enteró, por lo que ordenó a Kuro que me matara antes de que pudiera arruinar sus planes y ya después podría destruir la Tierra.
Hoy es mi cumpleaños. Hoy, por fin, cumplo mis dieciocho años y podré luchar contra Kuro. Mis poderes madurarán y tendré pleno derecho como ángel. Veo mi tarta, con mis velas: un uno y un ocho bien encendidos de color rojo. La tarta es de fresas y nata. Mi madre me pone delante de mí la tarta. Todos a una me cantan cumpleaños feliz. Todos son ángeles ya. Todos menos yo... Terminan de cantar, cierro los ojos y soplo con fuerza. Escucho los aplausos. Noto exceso de poder en mi interior. Tengo que cerrar los ojos de nuevo. Me llevo las manos a la cabeza. Duele... De pronto noto como mis alas brotan de mi espalda. Oficialmente, soy un ángel de pleno derecho. Uno por uno me abrazan y me aplauden. Gritan a una: “¡Shiro, la nueva salvadora!”. Me siento... llena. Veo a mi padre aparecer con una caja grande envuelta en papel de colores. Manda a callar. Mi padre, como siempre, tan autoritario con todos mis hermanos.
-Shiro, a partir de hoy eres oficialmente un ángel. Te hago entrega de mi regalo de cumpleaños. Tu arma -desgarro el papel con cuidado y abro la caja. Es un arco grande de color dorado y flechas plateadas-. Este arco junto con estas flechas es lo único que puede dañar a Kuro. Cuídalas muy bien. Todo su material es metal santo.
-Gracias, padre –me inclino ante él.
-A partir de este momento vivirás en la Tierra. Te buscarás un hogar y permanecerás allí hasta que acabes con Kuro. Estaremos en contacto contigo para que nos mantengas informados con todo detalle. Te llamaremos cada semana. Si tienes noticias antes de ese momento te ruego que nos llames. ¿Lo has entendido todo, Shiro?
-Todo entendido, padre.
-Ahora es de noche en el lugar donde hemos detectado que está Kuro. No sabemos su paradero exacto, pero ronda por esa zona. No sabemos su aspecto ni su poder. Tendrás que buscarle a conciencia –hace una pausa grande-. Ahora te transportaremos a tu nuevo hogar.
Cierro los ojos.
-Os mantendré informados a todos, hermanos.
-Cuídate, Shiro.
Noto un hormigueo entre mis dedos. Suelo... firme. Abro los ojos. Me encuentro en una casa de madera, antigua, con todo lo necesario para sobrevivir. Hay hasta todo tipo de material médico. Mi familia ha pensado en todo. He sido entrenada para atender hasta el más grave daño surgido. Todo esto es tan... extraño. Pero, aunque suene raro, me gusta esta situación. Oculto mis alas y me contemplo frente al espejo. Sonrío triunfante. Seré la salvadora de la Tierra y de Lightside.

Sinopsis

¿Qué pasa cuando dos mundos ajenos al real están en guerra constante? Pues que cada uno de ellos manda a su mejor guerrero para vencer al otro. De eso trata esta historia.
Darknite y Lightside son dos reinos contrapuestos: oscuridad y luz. En Darknite viven los más odiados demonios que puedan existir. Son horrendos y malvados, y quieren destruir la Tierra. En Lightside viven los pacíficos ángeles, bellos y amables, que quieren detener a los habitantes de Darknite.
Kuro y Shiro (negro y blanco en japonés) son los elegidos por ambos mundos. A Shiro, una chica ángel muy guapa, alta, de pelo castaño y ojos verdes, se le ha encomendado la tarea de frenar las ideas de Darknite. Kuro, un demonio hábil, luchador y, a diferencia de los demás, hermoso (alto, de pelo oscuro, tez morena y ojos negros) se encarga de matar a Shiro y de destruir la Tierra. ¿Cuál es el único problema? Desde que nacieron, los habitantes de ambos pueblos han perdido sus poderes, que han sido traspasados a Kuro y Shiro. Pero éstos no pueden usarlos hasta que no cumplan los dieciocho. Una vez cumplida esa edad, podrán luchar entre ellos por su objetivo. Kuro es cinco meses mayor que Shiro.
Nuestra historia comienza en el cumpleaños de Shiro, en el cual  le regalan su futura arma: un arco dorado y flechas plateadas, todo hecho con metal sagrado. Tras su celebración y su adquisición oficial de sus plenos poderes, Shiro es trasladada a la Tierra, donde esperará la aparición de Kuro y su futura lucha. Lo que ella no sabe es que Kuro ha sido mejor preparado para el encuentro y lleva consigo algunas dagas y una espada de color rojo sangre. ¿Quién ganará la batalla de los mundos?
Una historia de aventura, lucha y suspense, con su toque de comedia. Espero que la sigáis y que os guste.