lunes, 1 de octubre de 2012

Capítulo 3


Ya es por la mañana. Voy a visitar un poco los alrededores de mi casa. Veré si tengo muchos vecinos por si tengo que alejar más a Kuro, o si hay peligro de que me descubran. Veo que no hay mucha gente. Puede que al ser verano la gente se haya ido de vacaciones. A lo mejor por eso no había nadie anoche por la calle. No hay mucho peligro. Vuelvo a mi casa después de una patrulla por los alrededores y preparo un muñeco de entrenamiento con lo que puedo: sábanas, cojines y un palo de escoba para sujetarlo. Hago una diana y una especie de sala de ejercicios. Esta noche volveré a patrullar para buscar a Kuro. Conseguiré hallar su casa. Salvaré el mundo.
Empiezo la pelea contra el muñeco recién fabricado por mí. También esquivo los ataques que supuestamente me lanza. Debo entrenar también mi rapidez. Cojo mi arco y empiezo a lanzar flechas a la diana. Obviamente, no desperdicio las de plata. He fabricado nuevas para entrenar. No afino mucho mi puntería, pero no creo que pueda servirme de mucho esto.
Dejo el arco dentro de la casa después de una hora de entrenamiento. Me doy una ducha y salgo a dar un paseo. Volveré para comer. Las calles están tranquilas. Únicamente hay abiertos pequeños bares y alguna que otra tienda secundaria. Las tiendas más importantes están de vacaciones. Veo a lo lejos una tienda de deportes. Me acerco a ella. Veo los precios en el escaparate. Todo es muy caro... No puedo comprar nada de esto a no ser que sea muy necesario. Entro a la tienda.
-Buenos días –me saluda el dependiente. Puede tener dos años más que yo. Es joven, alto, de pelo castaño y ojos claros. Es muy guapo.
-Hola. Quería ver si tenía artilugios de defensa personal –le pregunto tímidamente. No sé si me tomará por loca después de esto.
-¡Claro! Es más, si quiere puede entrenarse en nuestro gimnasio. Es justo aquí detrás.
-Me gustaría, pero es muy caro...
-Lo caro realmente son las cosas de deporte. El gimnasio es más barato.
-Bueno... ¿Cuánto saldría? –pregunto. Me está convenciendo.
-Depende de cuántas sesiones quiera –se le iluminan los ojos. Parece que no ha venido nadie aquí en mucho tiempo.
-¿En cuántas sesiones aproximadamente estaría lista para la defensa personal?
-Eso ya es subjetivo. Depende de su capacidad de aprendizaje y de su habilidad para la lucha –su tono de voz se apaga un poco-. ¿Puede pasar un momento para comprobar su capacidad de lucha y ya vemos el número de sesiones? –señala la puerta tras de él.
-Claro. Con mucho gusto.
Paso hacia el gimnasio, que está vacío completamente. Solo están los aparatos pero no hay señal de vida.
-Colóquese aquí y atáqueme con todo lo que tenga.
-Me da apuro hacerle daño...
-Estoy entrenado para ello. Además, si entra en el gimnasio seré su entrenador, por lo que tendrá que pelear contra mí. Adelante, sin miedo –me lo dice muy entusiasmado.
-Como quiera.
Corro hacia él, salto y doy una patada. El chico la bloquea, me coge del tobillo y me lanza al suelo.
-Le dije que soy bueno –me dice alegre.
-Disculpe por subestimarle. Lo haré lo mejor que sé.
Me levanto del suelo y le doy una patada en las piernas que le tiro al suelo. Antes de que pueda levantarse le pongo el pie en el pecho para que no pueda moverse. Se lo quita de encima y vuelve a tirarme al suelo. Rodamos en direcciones contrarias y nos incorporamos de nuevo. Vuelvo al ataque. Pero esta vez no salto. Hago un ataque bajo, derrapando por el suelo con el fin de que se caiga. El chico salta por encima de mí, pero yo freno y le empujo con una suave patada que le tira al suelo.
-Bueno, eres buena –se levanta-. Si quieres en cinco sesiones estás más que lista –me dice. Me siento halagada.
-Gracias. Aunque puede que me pase a perfeccionar mi técnica... Bueno, solo si no tengo que pagar mucho más.
-Nada. Si es para perfeccionar es gratis –me sonríe. Es simpático-. Por cierto, me llamo Daniel. ¿Y usted?
-Por favor, tutéeme. Me llamo Shiro. Encantada.
-Tutéame tú también. No soy tan mayor, ¿sabes?
-Ni yo, pero has empezado tú –reímos.
-Ven. Te diré el precio del gimnasio y empiezas mañana.
Salimos del gimnasio y volvemos a la tienda de deportes. Coge un folio escrito con el precio de todo lo que ofrece en su tienda.
-Veamos: cinco sesiones de lucha, a cinco euros cada una, son veinticinco euros. Las sesiones duran una hora u hora y media, depende de lo que quieras, pero la media hora añadida debes abonar un euro más. Pagarás por cada sesión. ¿Lo tienes todo?
-Sí. Gracias Daniel.
-De nada. Empezamos mañana. ¿A qué hora piensas venir? –me dice amablemente.
Pienso un poco. Necesito tiempo para descansar y desayunar. Reposaría el desayuno un poco, me encargo de ordenar la casa y vendría. Así que...
-¿Sobre las doce está bien?
-Perfecto. A las doce mañana aquí.
-Muchas gracias. Hasta mañana.
Salgo de la tienda. Empiezo mañana, ¿eh? Hoy lo que me queda es afinar puntería con la diana y esta noche tendré cuidado al buscar a Kuro. Sigo dando un paseo por la ciudad. Sí que es solitaria... ¿Dónde vivirá Kuro? ¿Será una casa demoníaca o una casa normal? Lo más probable es que sea normal, ya que si no fuera así lo descubriría en seguida. De todas formas, vigilaré el terreno por si acaso.

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